Cualquier niño puede mostrarse iracundo en algún momento, puede mostrarse rencoroso por alguna razón o molestar a otras personas en alguna ocasión, más en el contexto de un enfado previo, por tener sueño, hambre o estar cansados, eso no supondría una etiqueta diagnóstica, más bien un patrón transitorio, salvo que fuese recurrente y con notable deterioro de la actividad social, académica o familiar. Suele ocurrir que esta conducta se da con adultos con los que el niño mantiene una relación de confianza y cercanía (padres, familiares, etc.) por lo que en la consulta a veces dicha conducta no es observable.
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