Qué dice la ciencia: cómo me libero de mis preocupaciones

Habitualmente, a lo largo de nuestra vida, ya sea con los hijos, el trabajo, la pareja o nuestra salud; nos asaltan preocupaciones que hacen que les demos carta de naturaleza cierta, lo que nos acaba angustiando, nos anticipamos al malestar y nos incomoda, cuando en realidad hemos estado sometidos a un sufrimiento inútil y gratuito, pues no nos ha servido de nada y porque en caso de confirmarse nuestras expectativas, tampoco nos habría servido de nada.

Recuerdo a un joven de unos 30 años que acudía a mi consulta porque tenía crisis de pánico en las que se sentía tan mal que pensaba y creía que se iba a morir en una de esas crisis, llevaba así varios años antes de pedir ayuda profesional. En una de las sesiones me decía firmemente convencido que lo pasaba tan mal que no podía controlarlo y que se iba a morir, que ya le había pasado otras veces, pero esta vez iba peor. Le pregunté “¿Y cuántas veces te has muerto?”. Su respuesta fue en esa ocasión lógica, deductiva: ninguna. Cambió su modo de procesar la información y razonar acerca de sus crisis.

¿Qué es lo que hace que nos preocupemos?

Un 91,4% de los asuntos que anotaron y que causaron el malestar psicológico a los entrevistados quedó en nada, sin embargo, la experiencia anticipatoria negativa les afectó como si hubiesen sucedido. Ver referencia publicada sobre este dato

¿Por qué se produce esta forma de afrontamiento?

 Esencialmente se dan cuando hemos tenido experiencias previas negativas ante sucesos o situaciones similares, de las que nuestra tendencia es pensar que volverá a ocurrir, es como si tuviésemos unos moldes predefinidos para responder ante las distintas situaciones en nuestra vida, por ejemplo: Me ha llamado el jefe porque quiere “comentarme algo”, dice. La última vez que me llamó no fue para nada bueno. Mi respuesta “lógica” es que volveré a recibir malas noticias.

Razonamiento Inductivo y razonamiento Deductivo

Extraemos una conclusión sobre la base de una experiencia o de algunas experiencias previas. Esta forma de razonamiento es inductivo: Razonar desde lo particular a lo general. Sería tanto como si pensáramos que cada vez que lavamos el coche se pondrá a llover, aunque sea verano, porque te ha pasado más de una vez en tu vida. En realidad, lo que te ha pasado es que, cuando ha llovido y tenías el coche limpio, te has acordado de la lluvia, el resto de veces ni siquiera has reparado en ello. La formulación real sería, “Cada vez que llueve y tengo el coche recién lavado, me fastidia la pérdida de tiempo en el lavado”.

No, la ciencia suele basar sus hipótesis en un razonamiento deductivo, es decir, que va de lo general a lo particular. Tras muchas observaciones, se concluye que lo más probable es que ocurra el suceso esperado.

Por tanto, comencemos a razonar como la ciencia y ese porcentaje de preocupaciones que nos causan malestar irá reduciéndose de forma significativa.

Por ello hablamos de “borrón y cuenta nueva” como una forma de afrontar las cosas en modo exploratorio. Esta forma de ver las cosas hace que estemos abiertos a todas las posibilidades, no solo a las malas. De modo que nos permite adelantarnos sin abandonar el presente. Evitamos el prejuicio y nos abrimos a una forma de afrontar las cosas de un modo adaptativo.

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