Podemos decir que no hay emociones buenas ni malas; todas las emociones cumplen un papel para ayudarte a sobrevivir o adaptarte a cada situación, por ejemplo, el miedo nos ayuda a protegernos de una amenaza que podría poner en riesgo nuestra integridad y cuando se desencadena dicha emoción, puede suceder que nos quedemos paralizados, algo que nos protegería de un ataque por un animal que se guía por el movimiento, o que salgamos corriendo huyendo de esa amenaza. Es como si cada emoción nos quisiera mostrar el camino correcto que nuestro cerebro ha planificado para salvar la situación.
No hay emociones buenas ni malas, solo son una respuesta psicofisiológica
Podemos decir que hay unas emociones básicas, son aquellas que tenemos incorporadas de “fábrica” y que parecen ser biológicamente y universales en todas las culturas: Alegría, Tristeza, Ira, Sorpresa, Asco y Miedo.
Y, como decía antes, en nuestro desarrollo individual y con la interacción social se generan un tipo de emociones secundarias, que tienen como características principales las siguientes: son aprendidas, no son innatas, dependerán de nuestro entorno y de la cultura, así, serían diferentes en función de la cultura, religión, etc. y se comienzan a expresar una vez finalizado el periodo sensoriomotor en los individuos, esto es en torno a los 2/3 años de edad. Por ejemplo, algunas de las emociones secundarias serían las siguientes: Amor, Gratitud, Culpa, Odio, Vergüenza, Celos.
Y qué hay de los sentimientos, ¿no son lo mismo?
Muchas veces confundimos emociones con sentimientos, siendo estos últimos una forma evolucionada de las primeras, ya que los sentimientos, se van consolidando, son menos intensos que las emociones y, sobre todo, el pensamiento es una parte esencial de los sentimientos, mientras en las emociones lo es la percepción. Algunos ejemplos de sentimientos son:
Libertad
Esperanza
Afecto
Orgullo
Seguridad
Alivio
He resaltado a propósito la emoción aprendida “culpa” y el sentimiento “libertad”, porque ambos están estrechamente relacionados. Si te sientes culpable has perdido tu libertad. La culpa te mantiene en un secuestro no solo emocional, va más allá. La culpa es una de las barreras más importantes para tener una vida plena. Cuando te liberas de la culpa es cuando comienza tu verdadera liberación interior. No quiero decir con ello que ante una conducta nuestra que ha provocado un daño no seamos responsables y tratemos de repararlo de la mejor forma. Es como cuando hablamos de las preocupaciones inútiles. La culpa no sirve de nada si no somos responsables de nuestros actos, por tanto, cambia la culpa por el sentido de responsabilidad. La culpa no sirve de nada si no tienes empatía, no sirve de nada si no haces nada más que sentirte culpable, así que cambia el rumbo y deja de sentirte culpable desde hoy.
Cambia la culpa por la responsabilidad
Si tú te sientes culpable estás abandonando la posibilidad de reparar un error, porque la culpa es delatora y te empuja a esconderte o a generar un mecanismo de defensa que justifique tus actos.
Es como cuando te pre-ocupas y no te ocupas. Con las preocupaciones ocurre algo similar. Están tan preocupado por algo que abandonas la idea de ocuparte y resolverlo. Por ejemplo, la próxima semana tienes un examen importante en tu carrera o una entrevista de trabajo y comienzas a preocuparte porque es normal que quieras superar dicha prueba, pero de tanta preocupación se te olvida que debes ocuparte y ponerte a ello.
La culpa es delatora y te empuja a esconderte o a justificar tus acciones
Ejercicio práctico.
¿Qué emoción/es identificas como buena y por qué?
¿Qué emoción/es identificas como mala y por qué?
¿Qué te hace sentir culpable?
Ejercicio práctico.
¿Qué te produce un sentimiento de libertad?
¿Qué te produce un sentimiento de seguridad?
¿Qué te hacía sentir vergüenza? ¿Cómo lo has superado?