Esta inscripción del templo de Apolo en Delfos, «Nosce tu ipsum» que dataría de finales del siglo V a. C. ha sido atribuida a varios sabios griegos antiguos. Su encuentro con esta frase a la entrada del oráculo por parte de Sócrates, tras su regreso de la guerra cambió su vida.
Platón coloca esta frase como un consejo que le dice Sócrates a Alcibíades, un joven aspirante a la política. Con ella, el sabio griego quiere recalcarle que, antes de ser gobernante y mandar sobre el pueblo, su primera tarea como persona era gobernarse a sí mismo, y para conseguirlo es esencial conocerse así mismo.
Porque a través de este autoconocimiento podemos gestionar nuestras pasiones, conocer nuestras fortalezas y debilidades, acciones que sin duda nos permiten crecer como personas. Además, solo aquel que se conoce a sí mismo puede orientar su propia vida y acciones en función de sus propios intereses y objetivos.
¿Realmente nos conocemos a nosotros mismos?
Tenemos una idea formada por lo que pensamos acerca de nosotros mismos y lo que creemos que los demás piensan de nosotros. Con la fusión de esas dos creencias y algunas experiencias nos formamos esa idea sobre cada uno de nosotros. Aunque muchas veces nos encasillamos en un patrón de conducta que damos por inamovible «yo es que soy a sí de toda la vida» o «Yo no sirvo para esto…» Y así con los «Yoesque» y los «Yonosirvo» nos vamos limitando en muchas cosas mediante una especie de denegación autopreventiva de un fracaso que imaginamos y adelantamos. Las personas que se conocen, también pueden transformar su respuesta fisiológica ante determinadas situaciones, lo que permite modular la respuesta emocional. Cambiar algunos «esque» por algunos «hay que».
¿Cómo soy?
Soy como tú me miras, decía Jean Paul Sartre
Los dos lobos en nuestro interior en lucha, ¿Quién ganará?
La opinión de los demás es importante, aunque al final, la opinión que realmente importa es la que tienes de ti mismo.
Las dos teorías de la emoción más estudiadas, son la teoría de James-Lange, que proponía que en primer lugar venían las reacciones fisiológicas y luego las emociones y, posteriormente, la de Cannon-Bard que superaba a la anterior, acercándose a lo que hoy en día se postula que es, más allá de la simultaneidad, una interdependencia entre la respuesta fisiológica y la percepción. Cannon y Bard creían que los estímulos externos procesados por el tálamo se dirigían hacia la corteza cerebral y hacia el hipotálamo. El hipotálamo, a su vez, envía información a los músculos, a los órganos del cuerpo y a la corteza. Según esta teoría, las respuestas emocionales y los sentimientos ocurren al mismo tiempo.
Es decir, que cuando pensamos, sentimos y cuando sentimos actuamos. Por tanto, si nuestra percepción, nuestros pensamientos acerca de algo son negativos, vamos a sentir esa negatividad como malestar que se transforma y expresa en una respuesta fisiológica, que a su vez iremos alimentando como la bola de nieva que cae por la montaña, haciéndola cada vez más grande e imparable. De modo que lo más probable es que nuestra conducta final sea la de rechazo o evitación ante el objeto percibido como negativo, sea de la naturaleza que sea.
1.- Ejercicio práctico. Tengo algo que decirte.
En esta actividad desarrollamos un escenario en el que dos interlocutores tienen que afrontar un tema espinoso y un tanto desagradable. (No me caes bien, estás despedido, estás hablando mal de mi a mis espaldas, etc. ) Y se trata de decirlo asumiendo que nuestro objetivo es decirlo sin esperar la aprobación del otro. Esta es una de las claves, porque en muchas ocasiones nuestra respuesta emocional depende de lo que anticipamos de la otra parte (se enfadará, no lo aceptará, etc.)
El resto del grupo irá analizando los gestos de cada uno de los interlocutores, en algún caso identificándose con alguno de ellos.
Al final del ejercicio, que será rotatorio con la participación de todos, se genera un feed-back sobre activación fisiológica y respuesta emocional.
1.- Ejercicio práctico. Tengo algo que deciros.
En esta actividad desarrollamos un escenario en el que nos dirigimos a un grupo para tratar un asunto controvertido (El uso de métodos anticonceptivos, los toros, las drogas, el aborto, etc.) Y se trata de decirlo asumiendo que nuestro objetivo es decirlo esperando la aprobación del grupo. Aquí la clave es a qué grupo me dirijo, quiénes son, cómo lo hago…
El resto del grupo irá analizando los gestos del speaker.
Al final del ejercicio, que será rotatorio con la participación de todos, se genera un feed-back sobre activación fisiológica y respuesta emocional.