A menudo nos ocurre que las preocupaciones imperiosamente nos dominan como si no hubiese nada más en los que podamos pensar, lo que nos lleva a sentirnos mal, nos inhabilita para llevar una vida normal como nos gustaría.
Y todo por una situación en la que el azar, un error nuestro o simplemente las circunstancias hicieron que así sucedieran en el pasado y tratamos de intentar inútilmente regresar como si eso fuese posible para cambiar el hecho que nos aflige.
Estas sensaciones, muchas veces se transforman en ideas o pensamientos recurrentes y obsesivos, que guían nuestra vida y no al revés. A los pequeños les suelo decir, ante situaciones en las que me cuentan pesadillas, que del mismo modo que podemos tener hambre pero somos nosotros quienes decidimos cuándo do comer, también podemos decidir cuándo pensar e incluso cuándo obsesionarnos. Es como prescribir el síntoma.
Es cierto que no podemos cambiar muchas cosas de las que nos ocurren, sobre todo si estas ocurrieron ya en el pasado, pero es más cierto que sí podemos cambiar la forma en que nos afecta.
Lo primero no culparnos, Hipócrates decía aquello de “Primun non nocere” que viene a significar algo similar. Después analizaremos la situación y trataremos de aprender de ello. En toda experiencia negativa siempre vamos a encontrar una oportunidad de aprendizaje, hagamos pues de cada error una experiencia de aprendizaje, en vez de lamentarnos por ello. Se trata de encontrar soluciones y no culpables, de avanzar y de aprender en vez de bloquearnos y quedarnos anclados en un pasado que no nos lleva a ningún sitio.
Recolocar las piezas. En segundo lugar debemos ir recolocando las piezas del “jarrón roto”. Como cuando se nos ha caído un objeto y se ha roto, lo primero que hacemos es reunir las piezas para tratar de reconstruirlas. Es como si estuviésemos analizando los hechos y desmenuzando cada parte para hacer posible su reconstrucción del mismo modo que lo hacemos con un puzzle. Los sentimientos, las emociones, los recuerdos, también podemos recolocarlos en su sitio, en nuestra memoria, en nuestro pasado o incluso en nuestro presente, pero a modo de estímulo y no de lamento.
Una especie de reseteo, de borrón y cuenta nueva que nos permite seguir avanzando.
En tercer lugar nos queda rehacer nuestro presente sobre lo aprendido, avanzar hacia el futuro desde una nueva perspectiva. Muchas veces tras un fracaso se han conseguido los mayores logros, como le ocurriera a Tesla, Edison o Ford.
Si pensamos en negativo, sentimos en negativo, y un sentimiento negativo nos conducirá a una conducta de rechazo o inhibición.
El esquema Pensar—Sentir—Actuar se puede invertir en
Actuar—Sentir—Pensar. De hecho lo hacemos sin darnos cuenta, lo hemos hecho muchas veces de forma inconsciente.
¿Cuántas veces hemos hecho algo, por ejemplo un viaje, que no teníamos previsto su destino y cuando hemos experimentado una sensación positiva nos hemos dicho a nosotros mismos algo parecido a “Me ha venido mejor de lo que pensaba”. Aquí hemos invertido el PAS por el ASP
ACTUAR—SENTIR—PENSAR
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Como siempre: claro, directo y sensato. Es un place leerte. Gracias y sigue enviándonos estos «trocitos» de ayuda tan grandes.
Un abrazo
Saber que puede resultar de utilidad es motivo suficiente para seguir aportando cada granito de arena.
¡Buenos días Ricardo! Y a todos quienes siguen este interesante espacio.
Como lo ha dicho María del Carmen en el comentario anterior, es un placer leerte.
De gran ayuda y utilidad es todo esto que nos compartes en tus distintos temas. Soy un convencido de esto que nos dices con la inversión del PAS por ASP y me ha dado buenos resultados.
Estamos todo el tiempo evolucionando, en construcción, y nos viene bien aprender de ese pasado, sin lamentarlo pues vivido ya está, sencillamente sacándole el máximo provecho a esas lecciones que la vida nos da por medio de las experiencia vividas.
Gracias Ricardo.
Abrazos desde Francia.
Joseph
Muchas gracias. Joseph por el feedback. Seguimos avanzando.
Debemos aprender de nuestros errores pero sin sentirnos culpables si no de ahí partir para reflexionar y mirar el presente de manera positiva.