En una ocasión, atendí a una señora, que había enviudado unos meses atrás, los hijos ya eran mayores y se habían emancipado, en el transcurso de la conversación me dijo, con un cierto tono de nostalgia, que al final aprendió que la vida solo le pedía que fuese feliz, aunque ella siempre pensó que la vida era esforzarse en alcanzar las metas, trabajar, hacer feliz a los demás, cuidar a los hijos, de la casa, etc.
Atender a lo que importa
Todo eso está bien, lo que no está bien es perder la perspectiva de la prioridad. Solo cuidando de ti puedes cuidar de los demás.
Porque, como dice el título de este libro, solo tenías que ser feliz, de hecho, la vida no te pide nada, son tus creencias, las autodenegaciones y las imposiciones sociales que haces tuyas. solo tienes que ser feliz, pasártelo bien, da igual cuando lo asumas, lo importante es que lo hagas; nunca es tarde.
Imagina que tienes un buen trabajo, con un sueldo, que te permite ir pagando tu hipoteca y las mensualidades del coche, el colegio o la universidad de tus hijos e incluso te queda dinero para irte de vacaciones todos los veranos a tu apartamento de la playa. Ese sería el sueño de muchos de quienes estén leyendo este libro ahora mismo. Pensarás, ¡pues claro! ¿Qué si no?
Entonces imagina ahora que la empresa te despide, que el banco donde tienes la hipoteca deja de mirarte como el cliente que fuiste y ahora te cierra las puertas, te amenaza con llevarte a juicio, embargarte la casa, no, no te desanimes, no tiene por qué pasarte, pero te has dado cuenta de que al menos el banco ha enseñado sus cartas; punto para ti.
Los amigos.
Después están los amigos ¡Ay! Los amigos esos son otro capítulo aparte. También hay que contar con tus compañeros del trabajo, la familia, tu pareja y finalmente, quedas tú, solo tú.
No te culpes, suelta lastre, sé feliz
La culpa, la vergüenza, el “qué dirán” y otras muchas cosas que actúan como barreras en nuestra vida que nos dificultan ese camino hacia la felicidad. Confieso que no me gusta la idea de hablar sobre felicidad porque parecería un tanto pretencioso. No es lo mismo ser feliz que estar feliz.
A veces nos preguntan eso de “eres feliz” y casi siempre va acompañado de un complemento, “eres feliz con tu pareja”, “eres feliz en tu trabajo” y me sale eso de responder “bueno, a ratos”. Cierto, la felicidad no es un estado sino una experiencia subjetiva. Es como el dolor, hay quien siente dolor y te puede decir que es un dolor insoportable, cuando objetivamente a los demás no nos parece tanto, creeríamos que exagera su dolor.
La coherencia en nuestra vida
Será verdad aquello de que no hay más dolor que cuando nos duele a nosotros mismos. En mi trabajo en emergencias sanitarias tuve algunas, diría que muchas, experiencias acerca del dolor. Para valorar el dolor se utilizan diversas escalas: numéricas, verbales, gestuales, dependiendo si se trata de un niño, un adulto, una persona consciente o inconsciente, en personas conscientes se suele utilizar la escala numérica y se le pregunta directamente en una escala del 0 al 10 cuál es su grado de dolor. Dependiendo del número asignado por el propio paciente y, siendo coherente con el mecanismo de la lesión, patología, y otros factores, se procedía a administrar el analgésico adecuado a dicha situación. De modo que quien restaba importancia a su dolor no era candidato a la administración de analgésicos mayores, bastaba con que el dolor fuese superior al 7 para ser calmado con un derivado opioide.
La felicidad, ¿eso qué es?
Con la felicidad debería pasar algo similar, el hecho de sentirse feliz debe estar en concordancia con otros parámetros de nuestra vida, no vale con decir “me siento feliz” porque eso no sirve para nada, no se sostiene, por el contrario, llega a ser contraproducente. Decía Séneca aquello de “Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos; concordar las palabras con la vida”.
Será porque la felicidad como cualquier otra sensación que tenemos (libertad, seguridad, amor) tiene mucho que ver con la coherencia entre lo que sentimos y lo que expresamos. Es muy difícil pasártelo bien si te culpas por algo, da igual si es un hecho o un temor, te culpas, te lamentas y sientes esa culpa como una prisión, y eso es incompatible con estar bien. Tampoco estarás bien si no eres libre.
Antes de ser feliz, trata de ser libre
No trates de alcanzar la felicidad si antes no has logrado tu libertad, en el más amplio sentido del término. La libertad puede ser más que una sensación, es un estado.
Si te gusta esta introducción, puedes leer el libro entero aquí
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