El Síndrome Post-vacacional, de adicción al trabajo, o por otro lado el síndrome de Peter Pan, de Wendy o de Cenicienta, son ejemplos de entidades que en unas ocasiones les ponemos nombre a conductas, estados o situaciones por las que pasamos en nuestra vida y en otras les ponemos el nombre de un personaje que de algún modo recoge a modo de modelo dicha situación, conducta o estado. Pero hay que dejar claro que no se trata en la mayoría de los casos de ninguna enfermedad como tal, ni viene recogida así en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).
Comenzaremos por aquellos síndromes con nombres de personajes.
Síndrome de Cenicienta. En primer lugar diferenciaremos el síndrome definido por el Dr. Peter K. Lewin, del Hospital Pediátrico de Toronto, que se relaciona con las falsas acusaciones de niños adoptados hacia sus madres adoptivas de ser maltratados o descuidados. Nosotros trataremos el Complejo de Cenicienta que definió Colette Dowling en su libro de igual nombre y que trata de una actitud que puede atribuirse a determinadas mujeres, cuando su objetivo vital se idealiza con la llegada de un hipotético “príncipe azul” que les aporte un cambio real en su vida. Es posible que en esa búsqueda interminable se vuelvan extremadamente exigentes con el amor y con la perfección de quienes deben ser sus parejas. En realidad se trata de un miedo a la independencia, como un deseo inconsciente de ser atendida o que las decisiones importantes sean tomadas por el “príncipe azul”.
Síndrome de Wendy. Este síndrome, también más padecido por mujeres, se trata de una necesidad de satisfacer a los demás, que conviven con quien lo padece. Normalmente se busca constantemente la aprobación de la pareja sobre todo para sentirse segura. Se suele atribuir esta conducta a un miedo al rechazo y al abandono, lo que ha sido causa de que por razones culturales lo padezcan más las mujeres que los hombres.
Síndrome de Peter Pan. Un individuo que padece este síndrome es un varón o mujer que no quiere crecer. Tal como lo describió Kiley en su publicación sobre este síndrome en 1983 “Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up”. Se trata pues habitualmente de un varón cuya personalidad es inmadura y narcisista. Aunque crece en años, su egocentrismo se afianza desde un paradigma infantil, libre de responsabilidades, rebelde y manipulador, llegando a creerse por encima de las normas que la sociedad tiene establecidas para los adultos.
Síndromes con nombre propio
Antes de hablar de los síndromes con nombre propio introduciremos un síndrome que ni tiene nombre de personaje, apellido ilustre, ciudad, etc. aunque sí refleja bien la situación, se trata del Síndrome del nido vacío. Son padres y madres, aunque fundamentalmente éstas son quienes lo expresan o parece que lo sienten con mayor intensidad. Y ocurre, como habrán imaginado, cuando el hogar queda despojado de los hijos que han decidido instalarse por su cuenta. Seguro que para algunos puede suponer el Síndrome de “Por fin solos”.
Lo cierto, y dicho sea con todo respeto, la madre, al sentir la casa, las habitaciones de sus hijos en silencio, sin sus cosas, entra en una fase de pena y reflexión sobre su vida, sobre su futuro y su pasado. No es infrecuente que sientan que la casa las agobia, se sientan asfixiadas en su propio hogar o que simplemente perciban la casa y su propia vida como una situación que ha terminado y por tanto es inservible, como el nido vacío. Les recomiendo que apuesten por el “Por fin solos”.
El síndrome de Stendhal es descrito como es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística, pinturas y obras maestras del arte. Podemos decir que se trata en realidad de una reacción ante tal despliegue de belleza. Fue el autor francés del siglo XIX Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en su visita en 1817 a la Basílica de Santa Cruz en Florencia, Italia, y que publicó en Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio:
“Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme”.
Bueno, eso sintió seguramente Stendhal. Aún no se ha incluido en la CIE.
Síndrome de Diógenes Se trata de una conducta anómala que pueden tener algunas personas ancianas que viven solas. Lo que más llama la atención de este comportamiento es el abandono personal y social que sufren, el aislamiento de la sociedad de forma voluntaria que suelen recluirse en sus casas y que las convierten en auténticos almacenes/vertederos de basura, cosas inservibles y otros trastos inservibles, aun disponiendo de dinero para satisfacer sus necesidades.
El nombre se debe a Diógenes de Sinope, filósofo griego que defendía el cinismo clásico, entendido como el ideal de privación e independencia de las necesidades materiales. Como tal síndrome no es una enfermedad clínica aunque estas personas suelen padecer trastornos de base que afloran en esta conducta, dichos trastornos suelen ser demencias, trastornos psicóticos, obsesivos, etc. Por lo que requieren tratamiento social y clínico.
Síndrome de Ulises Estamos en realidad ante un síndrome de estrés crónico y múltiple que padecen algunas personas emigrantes. Por ello debe el nombre al personaje de la Odisea, cuya marcha a Itaca se puede asemejar a la aventura de muchos emigrantes. Fue definido por Joseba Achótegui, psiquiatra y profesor de la Universidad de Barcelona. Las personas que lo padecen sienten un fracaso interno asociado a la imposibilidad de regresar a su tierra o de soledad, necesidad de traer a su familia y, en algunas ocasiones miedo o presiones por estar relacionados con mafias que le facilitaron su viaje a su “Itaca” particular.
Así pues el síndrome como tal no es una entidad clínica aunque sí un factor desencadenante de otras patologías subyacentes en el individuo.
Síndromes con nombre de ciudades o lugares
Síndrome de la Moncloa que bien podría extenderse a cualquier político o mandatario que llega a perder contacto con la realidad y de los problemas de la sociedad a la que sirven tras un periodo más o menos largo de estancia en la Moncloa. Eso dijeron, al menos, de Aznar o de Felipe González, a quienes se les reprochaba en sus últimas etapas, alejarse de la realidad de este país, tomar decisiones a la ligera, creerse por encima del bien y del mal, rechazar cualquier clase de crítica y rodearse en exclusiva de aduladores.
Síndrome de Estocolmo quizás uno de los más conocidos. Se originó en esta misma capital sueca en 1973, con motivo de un asalto a un banco, el Kreditbanken, y secuestro de rehenes que duró 6 días. Durante el proceso judicial contra los asaltantes, los secuestrados justificaron las razones de sus secuestradores. De hecho al ser liberados de sus captores en el banco las cámaras de seguridad pudieron grabar cómo una de las víctimas se despedía de uno de los secuestradores con un beso.
El síndrome de Lima Este comportamiento sería el simétrico opuesto al síndrome de Estocolmo. Aquí son los secuestradores quienes se vuelven más compasivos con la situación y necesidades de los rehenes.
El síndrome se definió tras la toma de rehenes en la embajada Japonesa en Lima, Perú, donde 14 miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomaron a cientos de rehenes en una fiesta en la residencia oficial del embajador japonés en Perú. Los rehenes eran la mayoría diplomáticos, oficiales del gobierno y militares, y ejecutivos de muchas nacionalidades que se encontraban en ese momento en la fiesta. El secuestro duró más de cuatro meses, comenzó el 17 de Diciembre de 1996 y terminó el 22 de Abril de 1997.
Síndrome de Jerusalem Quienes lo padecen suelen tener ideas obsesivas, delirios y experiencias de carácter psicótico en torno a la religión. El trastorno aparece mientras se está en Jerusalem y causa ilusiones psicóticas que tienden a desaparecer después de unas pocas semanas. De todas las personas que han sufrido esta psicosis espontánea, todos tenían una historia de trastornos mentales previos o parecían no estar “bien” antes de llegar a la ciudad. Parece que estemos ante un trastorno psicótico breve que se ve favorecido o precipitado en esta tierra santa.
Síndrome de París, Tal vez deberíamos llamarle síndrome del turista japonés en París. O ¿qué hace un japonés en París? Sus características son una depresión de quienes proceden del país del punto rojo cuando llegan a París. Parece que está asociado a un shock cultural o de unas expectativas sobre la ciudad del amor idealizada ante lo que encuentran en la realidad multitudinaria de sus calles y de su bullicio, que por otra parte la hacen a mi modo de ver más hermosa y viva a la ciudad de la torre Eiffel.
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También, seguro que hay infinidad, ya sean inspirados en la mitología clásica o en la literatura.