¿Tendré un trastorno obsesivo compulsivo? TOC

Trastorno obsesivo compulsivo TOC

Lo cierto es que muchas personas creen padecer un TOC, incluso se utiliza de forma coloquial para referirse a alguna situación que les provoca cierta incomodidad por repetitiva o por cualquier otra circunstancia. A veces se dan más en los pensamientos recurrentes, obsesivos y están relacionados con el estrés sin que sea necesariamente un TOC.

Entonces ¿Por qué tengo esos pensamientos que no quiero tener?

A veces los pensamientos vienen a nuestra mente en forma de preocupaciones, con  carácter intrusivo, no deseados y repetitivos. Generan en nosotros un malestar psicológico que llegan a hacer que todo en nuestra vida acabe girando en torno a tales pensamientos, ya convertidos en auténticas obsesiones. El camino suele ser Pensamientos intrusivos–> preocupaciones–> obsesiones

Aunque esto le suele ocurrir a cualquier persona en determinadas situaciones como sucesos estresantes, lo cierto es que el factor predisponente está asociado al padecimiento de un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), diversos estados de ansiedad o depresivos. Estos pensamientos pueden girar en torno a la idea de padecer una enfermedad o de hacer daño a alguien o a sí mismo, como el caso de una madre que tenía la idea de que podía hacer de forma involuntaria daño a su bebé con un tenedor. En realidad esto sólo reflejaba el temor a no poder controlar dicho pensamiento no deseado. La invitamos a que nos demostrase el poder de sus pensamientos con una prueba sencilla: «trate de mover unos centímetros este bolígrafo que dejo a su lado en la mesa» si son tan poderosos los pensamientos tendría que hacer algo de forma involuntaria… la respuesta fue obvia.

También existen pensamientos intrusivos de carácter sexual, ya sea hacia otras personas o cuando se instala la idea de una homosexualidad no deseada por ejemplo. Como el caso de quien se cuestionaba su identidad sexual porque rechazaba la idea de solo pensarlo.

También existen pensamientos intrusivos que suponen otro tipo de transgresión, como es el caso de los de tipo religioso ya sean en forma de actos o de proferir palabras inapropiadas en determinadas situaciones religiosas. En resumen se trata de un temor a que los pensamientos pueden dominar nuestros actos cometiendo una transgresión lejos de lo que seríamos capaces de acometer.

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos Mentales (DSM-IV-TR) los criterios para un Trastorno Obsesivo Compulsivo son los siguientes:

A- Presencia de obsesiones o compulsiones:

    • Obsesiones se definen como:
      1. Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusivos e inapropiados, y causan ansiedad o malestar
      2. No son preocupaciones excesivas sobre problemas cotidianos
      3. La persona intenta ignorarlos o suprimirlos o neutralizarlos con algún pensamiento o acción
      4. La persona reconoce que son producto de su propia mente
    • Compulsiones se definen como:
      1. Conductas repetitivas o acciones mentales que la personas se siente impulsada a hacer en respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que han de aplicarse rígidamente
      2. Dirigidas a neutralizar o reducir el malestar o algún acontecimiento o situación temida, pero sin conexión realista o claramente excesivas.

B- En algún momento durante el curso del trastorno la persona ha reconocido que las obsesiones o las compulsiones son excesivas o irracionales.

C- Las obsesiones o compulsiones producen malestar, pérdida de tiempo y deterioro funcional.

D- Si está presente otro trastorno (Eje I) su contenido no se restringe a éste.

E- No se debe a efectos fisiológicos directos de alguna sustancia ni a condición médica general.

Algunas claves para el tratamiento

Existen diversos modelos terapéuticos para tratar la base de estos procesos, desde la Terapia de Aceptación y Compromiso hasta la Terapia Cognitivo Conductual, utilizando técnicas de reducción de la ansiedad, y la defusión para transformar los pensamientos negativos fundamentalmente.

Con la defusión se trata de que el paciente trate a sus pensamientos en un plano  en el que dejan de ser una amenaza para convertirse en realidad, es decir, son sólo pensamientos. Es mejor que luchar para no tenerlos, aquí lo fundamental es saber que los pensamientos por sí mismos no generan una acción.  Como en el caso de la madre que contamos al comienzo.

Una vez que sabemos que tales pensamientos no suponen ninguna amenaza vamos a gestionarlos como merecen: Ya sea ignorarlos, reforzar lo contrario y, por último, sacarlos fuera.

 

Ignorarlos.- «Repita estos números conmigo  5, 3, 8; ahora recuérdelos y dígamelos en otro orden, por ejemplo 3, 8, 5. Ahora le voy a pedir que trate de olvidarlos de forma inmediata» 

Imposible ¿verdad? basta que tratemos de no pensar en una cosa determinada para que no se vaya de nuestra mente. Esto nos demuestra que es una pérdida de tiempo tratar de luchar u oponerse a un pensamiento no deseado. Por el contrario. podemos ignorarlos, dejar que sigan su camino y nosotros el nuestro. Imaginemos nuestros pensamientos como las olas del mar que van llegando a la orilla y regresan de nuevo al mar o las nubes que se mueven por la acción del viento, en ningún caso tienen la capacidad de obligarnos a hacer nada que no queramos hacer.

 

Contradecirlos.- O dicho de otro modo, «aquí mando yo y haré lo que yo quiera» Si verbalizamos la acción contraria al pensamiento intruso es una manera de quitarle autoridad, desarmando su capacidad de molestarnos. Esta técnica es especialmente eficaz bajo hipnosis clínica, acelerando el proceso terapéutico de forma significativa. Un ejemplo que nos ilustre sobre esto sería pedirle al paciente que trate de generar el pensamiento intrusivo al tiempo que le vamos pidiendo que repita una acción contraria e incompatible.

Mediante la hipnosis clínica podemos generar respuestas automáticas en forma de sugestión posthipnótica, de modo que ante un estímulo determinado obtengamos una respuesta adaptativa. «Traiga a su mente ese pensamiento que le molesta , ese que le obliga a clavarse un bolígrafo en el brazo, ahora repita conmigo, tengo un bolígrafo en la mano y no tengo nada que temer porque no voy a hacer nada con él, incluso el poder sujetarlo con la mano me proporciona una sensación de calma que me agrada» .

De forma progresiva este pensamiento habrá perdido entidad.

Sacarlos fuera.- Es como airearlos, convertirlos en ese extraño vendedor que llama a nuestra puerta a una hora inoportuna y pretende que le atendamos y le compremos eso que quiere vendernos. ¿Cuál sería nuestra reacción si el pensamiento tuviese la forma de un señor con una maleta para vendernos un producto que no nos interesa? Pues ese mismo trato debemos a tales pensamientos intrusivos, los trataremos sacándolos fuera de nuestra mente como si no fuesen algo interno nuestro.

 

En cualquiera de las tres situaciones la idea se centra en anteponer nuestro interés por encima de nuestros pensamientos. Ahora sólo se trata de ponerlo en práctica.

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