¿Qué pasa cuando tu pareja, tras una larga relación te confiesa que no siente lo mismo?
En toda ruptura hay unos factores predisponentes y otros factores precipitantes. La mala comunicación, los problemas de convivencia o, quizás, cuestiones al margen de la pareja (trabajo, dinero, enfermedades) hacen que se debiliten y se rompan los lazos afectivos de la pareja. Aunque es un factor necesario, no es el único y suele ir acompañado del definitivo, del que precipita la decisión a romper la relación. No hay un perfil de pareja predestinada a la separación a corto plazo, ni hay garantías de estabilidad en la pareja más allá de una convivencia sana, unos intereses comunes y un proyecto de vida en común con cierta solidez.
No eres tú, soy yo, nos daremos un tiempo…
Nada de eso responde a una realidad, no son sino formas suaves, que alejan la culpa de quien inicia la ruptura. Hay que tener en cuenta que un factor precipitante suele ser una infidelidad, aunque no es el único motivo. Muchas veces esta infidelidad no se materializa más que en recrear una nueva ilusión. También los problemas familiares, los hijos, la familia ampliada de ambos miembros de la pareja ocupan un papel determinante en las rupturas.
Recuerdo un caso que atendí en la consulta en la que una mujer, que había roto con su pareja por una infidelidad, al cabo del tiempo se volvieron a dar una oportunidad para seguir junto, pero llevaban varios meses a escondidas por no hacer público ante la familia que volvían a retomar la relación.
Nada es irreversible
Nada, a veces hasta de una muerte clínica, con maniobras de RCP a tiempo se logra recuperar la vida. Por tanto, nada es irreversible y menos en una relación donde confluyen tantos sentimientos, experiencias, historias en común. Eso no significa que nos atemos a la pareja cuando nos plantea que ya no siente lo mismo y que se quiere marchar. Debemos mantener una comunicación de respeto, de nada sirven los reproches, las súplicas. Habitualmente quien dice que se quiere marchar, en realidad lo lleva pensando algún tiempo y decirlo es solo un paso más para iniciar su nueva vida.
¿Contacto cero o quedamos como amigos?
Lo del contacto cero está bien cuando hay dependencia emocional y la otra parte tiene una situación de prevalencia que aprovecha en su beneficio. En cambio, cuando hay hijos por medio u otros intereses, es difícil el contacto cero, lo que no significa aquello de como amigos, mejor como personas civilizadas y prácticas que buscan lo mejor para cada cual.
Fases similares a un duelo
Es cierto, tras una larga relación donde la vida se sustenta en la pareja, la ruptura sentimental es una pérdida que necesita de una aceptación y volver a recolocar las piezas en su sitio para continuar. Y esto es más relevante cuando la separación viene de golpe sin previo aviso. Por ello, hay que contar que el tiempo, si no lo cura todo, al menos pone distancia emocional, no solo temporal, en nuestros sentimientos. La negación del principio se torna ira, rabia, cierta euforia. No hace mucho una mujer me decía, en las primeras fases de su separación que se encontraba más fuerte que nunca, eso podría parecer normal, pero lo cierto es que me lo decía a los 5 minutos de haber estado llorando por su situación. Tras la ira, el pacto con nosotros mismos, con la vida, con la nueva vida, a veces con esperanza de recuperar lo perdido. Para finalmente, recolocarnos en el presente y recolocar a la pareja que ya no forma parte de nuestra vida.
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Interesante, gracias.