Si quieres que te sigan, ponte delante. (Quevedo, relativo a las mujeres)
La capacidad de influir en los demás constituye otro de los pilares esenciales de la inteligencia emocional. Capacidad esencial en una sociedad en la que el patrimonio de una persona consiste en su credibilidad. Es más importante establecer una buena relación que defender unas tesis o tener unas ideas irrevocables. Nada de eso serviría sin credibilidad.
Creemos que la capacidad de influencia de alguien le viene dada por sus conocimientos, títulos o incluso carisma. Lo cierto es que para influir en los demás hay que ser auténticos, es decir, ser coherentes con los que decimos, lo que hacemos y lo que pensamos, eso nos otorga credibilidad. Y de la credibilidad que nos otorgan los demás nace la autoconfianza, sin caer en la autocomplacencia.
La confianza y la credibilidad serían las puertas que nos abren el camino hacia la capacidad de influencia en los demás. No tratemos de buscar atajos porque lo más probable es que nos lleven a un callejón sin salida. Tratar de hacer gracietas, caer bien a todo el mundo a utilizar una falsa empatía para acercarnos a los demás y ganarnos su confianza no son más que tretas que acaban por descubrirse. Como estrategias de malos vendedores.
Otro aspecto es la sintonía con nuestro interlocutor. Se trata de hablar en el mismo «idioma» el idioma de sus necesidades e intereses y si son comunes o existen elementos comunes se podrá establecer una sinergia entre ambos.
«La única forma en la tierra de influir en otras personas es hablar sobre lo que quieren y mostrarles cómo conseguirlo».
Dale Carnegie
Pensemos en quiénes han influido realmente en nuestras vidas. Quizás un profesor, nuestra madre, padre, algún compañero del trabajo en los primeros momentos, etc. Todos tienen algo en común: nos han proporcionado confianza, seguridad, aprendizaje. Personas que nos han animado y también en algún momento nos han puesto ante un reto y han confiado en nosotros. Nos han enseñado, han sido ejemplo quizás por sus acciones, su conducta. En resumen, personas con las que hemos vivido experiencias de superación, crecimiento y aprendizaje en nuestra vida. Personas que han apostado por nosotros, que han depositado su confianza en nosotros.
Lo que nos lleva a pensar que esa confianza cuando es auténtica es de ida y vuelta. Cumple con la regla de la reciprocidad. Analicemos dos dimensiones de la comunicación humana que tienen mucho que ver con la capacidad de influencia en los otros: relación y contenido.
Piensa cuántas veces has dicho de alguien de total confianza aquello de «pongo la mano en el fuego…» incluso antes de conocer el contenido. Y al contrario, alguien que se te acerca para decirte algo y ya estás pensando «veremos qué engaño me trae…» .
Te has dado cuenta entonces que al final el contenido es lo de menos, lo importante es la relación que se ha establecido. Ahora toca ponerse manos a la obra para trabajar en mejorar las relaciones y no tanto el argumento.
Ejercicio práctico.
Equilibrio y confianza. Una pareja en el centro frente a frente agarrados de las manos con firmeza, a la orden del monitor van dejándose caer hacia atrás confiando en que la otra persona la sujetará y ella de modo recíproco.
Otra variación es una persona en el centro de un círculo pequeño con los ojos vendados es empujada suavemente hacia algún otro miembro del grupo, que la recibe y vuelve a pasarla a otro. Este ejercicio se van intercambiando las personas en el centro tras unos minutos.
Ejercicio práctico.
Escribe algo sobre mí. Se reparte una hoja a cada uno y escribe su nombre. A continuación se va pasando el papel para que los demás de forma anónima vayan escribiendo cualidades de esa persona. Una vez pasadas dos o tres vueltas se pide a alguno que las vaya leyendo en voz alta. Es un ejercicio que promueve la confianza y la autoestima.