terapia sexual

Trastorno del interés/excitación sexual femenino

Introducción.

El trastorno del interés/excitación sexual femenino se asocia con frecuencia a dificultades para experimentar el orgasmo, al dolor durante la actividad sexual, a una actividad sexual infrecuente y a discrepancias de deseo en la pareja.

Programa de intervención para el 302.72 (F52.22) Trastorno del interés/excitación sexual femenino.

Definición.

La ausencia o reducción significativa del interés/excitación sexual femenina, que se manifiesta por lo menos por uno de los tres siguientes:

Criterios diagnósticos.

A)

  1.  Interés ausente o reducido en la actividad sexual.
  2. Fantasías o pensamientos sexuales o eróticos ausentes o reducidos.
  3. Inicio reducido o ausente de la actividad sexual y habitualmente no receptiva a los intentos de la pareja por iniciarla.
  4. Excitación o placer sexual ausente o reducido durante la actividad sexual en casi todas o todas las ocasiones —aproximadamente 75-100% de la actividad sexual en pareja— en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos.
  5. Excitación o placer sexual ausenta o reducido en respuesta a cualquier invitación sexual o erótica, interna o externa (p. ej., escrita, verbal, visual).
  6. Sensaciones genitales o no genitales ausentes o reducidas durante la actividad sexual en casi todas o todas las ocasiones —aproximadamente 75-100%— de la actividad sexual en pareja en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos.

B) Los síntomas del Criterio A han persistido durante unos seis meses como mínimo.

C) Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente significativo en el individuo.

D) La disfunción sexual no se explica mejor por un trastorno mental no sexual o como consecuencia de una alteración grave de la relación (p. ej., violencia de género) u otros factores estresantes significativos y no se puede atribuir a los efectos de una sustancia/medicamento o a otra afección médica.

Se debe especificar

De por vida: El trastorno ha existido desde que el individuo alcanzó la madurez sexual.

Adquirido: El trastorno empezó tras un período de actividad sexual relativamente normal.

Generalizado: No se limita a determinados tipos de estimulación, situaciones o parejas.

Situacional: Ocurre solamente con determinados tipos de estimulación, situaciones o parejas.

Leve: Evidencia de malestar leve a causa de los síntomas del Criterio A.

Moderado: Evidencia de malestar moderado a causa de los síntomas del Criterio A.

Grave: Evidencia de malestar grave o extremo a causa de los síntomas del Criterio A.

Por consiguiente, se deben cumplir al menos tres indicadores del criterio A, debe persistir durante al menos 6 meses y causar un malestar psicológico significativo a la mujer.

Características asociadas a este trastorno.

El trastorno del interés/excitación sexual femenino se asocia con frecuencia a dificultades para experimentar el orgasmo, al dolor durante la actividad sexual, a una actividad sexual infrecuente y a discrepancias de deseo en la pareja. Las dificultades en la relación y los trastornos del estado de ánimo también son características que se asocian con frecuencia al trastorno del interés/excitación sexual femenino. Las expectativas y los estándares poco realistas respecto al nivel «apropiado» de interés o excitación sexual, junto con unas técnicas sexuales pobres y falta de información acerca de la sexualidad, también pueden ser evidentes en las mujeres diagnosticadas de trastorno del interés/excitación sexual femenino. Estos factores, junto con las creencias habituales acerca de los roles de género, son circunstancias importantes a tenerse en cuenta. Además de los subtipos a especificar antes descritos, deben considerarse los siguientes 5 factores, ya que pueden ser relevantes para la etiología o el tratamiento:

1) La Pareja (p. ej., problemas sexuales de la pareja, estado de salud de la pareja).

2) La relación (p. ej., comunicación escasa, discrepancias en el deseo de mantener actividad sexual).

3) Vulnerabilidad individual (p. ej., imagen corporal mala, antecedentes de abuso sexual o emocional), comorbilidad psiquiátrica (p. ej., depresión, ansiedad) o factores de estrés (p. ej., pérdida del empleo, duelo).

4) Factores culturales o religiosos (p. ej., inhibición en relación a prohibiciones de la actividad sexual, actitudes hacia la sexualidad).

5) Factores médicos relevantes para el pronóstico, el curso o el tratamiento.

Cada uno de estos factores puede contribuir de distinta manera a los síntomas que presentan las diferentes mujeres con este trastorno.

 ¿Cuáles suelen ser las causas?

Existen dos dimensiones en la etiología de este trastorno: la física y la psicológica

En la dimensión física se suelen asociar patologías que van desde una cistitis, vaginitis, por provocar dolor; cambios hormonales, menopausia, que pueden provocar una sequedad y menor grosor de la pared de la vagina, lo que conlleva muchas veces a una alteración de la excitación sexual. Una mastectomía o histerectomía que puede reflejar una baja autoestima en la mujer a causa de verse afectada por su autoimagen, también el uso de algunos fármacos inhibe la sensibilidad y el deseo sexual.

Entre la dimensión psicológica las más comunes son una falta de atracción en la pareja, situaciones estresantes, sentimientos de culpa, anticipación al fracaso, déficit de comunicación en la pareja, falta de confianza en sí misma y en su feminidad, desconocimiento de técnicas de excitación sexual o ausencia de preliminares en la relación sexual.

¿Cómo se puede tratar?

Una establecido el diagnóstico del Trastorno del interés/excitación sexual femenino, su contexto y especificaciones se elegirá la terapia dirigida hacia la causa, autoestima, ansiedad anticipatoria, miedo al fracaso, deterioro de la comunicación/relación con la pareja, la terapia se centrará en mejorar estos aspectos. En cambio, si el origen está en una insuficiente educación sexual, asimetría en las relaciones sexuales respecto a su pareja, por ejemplo, la terapia se centrará en mejorar las técnicas de desensibilización sistemática para lograr una respuesta sexual adecuada a las expectativas de la mujer.

Técnica del Placereado.

Una técnica muy utilizada para mejorar la conexión con la pareja es la del Placereado, de modo que se amplía la relación sexual a una dimensión mucho más amplia que la penetración. Lo que reporta a la pareja una experiencia diferente para mejorar la relación y la calidad de las relaciones sexuales. Además de servir como estrategia terapéutica en muchas disfunciones sexuales, se puede transformar en un ejercicio para parejas sexualmente sanas que llegan a un punto de anestesia en sus relaciones. Las principales indicaciones son los trastornos de interés/excitación sexual femenino, el deseo sexual hipoactivo masculino, el trastorno eréctil y los trastornos orgásmicos.

Esta estrategia es una variante de la técnica que propusieron el ginecólogo William Masters y la sexóloga Virginia Johnson en la década de los sesenta y setenta a la que llamaron focalización sensorial.

Existen tres niveles de placereado.

Nivel 1. Consiste en estimular a la pareja sin incluir genitales ni senos, en ninguno ni en uno mismo.

Entre los objetivos de esta técnica destacamos, además de la desgenitalización en las relaciones sexuales, el desarrollo de un sentimiento egoísta sano en la relación sexual, si tu pareja se excita, puede darte más, si tú te excitas puedes darle más. Nadie da lo que no tiene. Otro aspecto es la experiencia del placer de dar y recibir sin culpa sin un fin alternando el rol activo con el pasivo. Hacer que todo el cuerpo, la piel y no sólo las zonas que consideramos “erógenas” entren en este juego de placer, hacer el acto sexual desde una experiencia de relajación con la finalidad en el placer vs improvisación con la finalidad única de penetración. Poder expresar sentimientos propios, guiar y orientar a la pareja para que sus caricias sean satisfactorias, disponer de una mente erótica, dejarse llevar por el sentimiento cómplice del placer, libre de prejuicios inhibidores.

¿Cómo hacer el Placereado en este nivel?

Paso previo. Mejor planificar que improvisar el día en el que haremos el ejercicio, no hay un mínimo de veces a realizar, lo aconsejado dos o tres veces por semana para que la técnica funcione. Es necesario un compromiso con este ejercicio evitando el coito hasta indicación por el terapeuta.  Buscaremos un lugar adecuado que reúna ciertas preferencias como: intimidad, temperatura adecuada, comodidad (la cama es ideal para hacer el ejercicio), o preferencias ambientales (música relajante, luz tenue, velas, etc.). Teléfono en modo silencio, descansados con tiempo y dedicados a realizar el ejercicio plenamente.

Comienza el ejercicio.

Uno de los miembros de la pareja se tiende desnudo boca abajo y con los ojos cerrados, abandonando su cuerpo a los sentidos. La pareja, también desnuda, en una postura cómoda comienza a acariciarlo suavemente desde la cabeza hasta los pies sin olvidar ninguna parte corporal. Se trata de caricias a través de las manos, por lo que la estimulación debe ser relajada y placentera.

Cuando el que está acariciando llega a los pies, el que está tendido se da la vuelta y se repite el ejercicio por delante como antes, exceptuándose genitales y senos, tras esta experiencia de unos 15 minutos (mitad bocabajo y mitad bocarriba) se abren los ojos, el que estaba tumbado se incorpora y se dedican un tiempo para comentar cómo se han sentido, la calidad de las caricias, los afectos, etc. Después, se cambian los roles, el que ha recibido las caricias ahora las realiza y viceversa y se repite el ejercicio tal como se ha descrito en los puntos anteriores.

Finalmente, la pareja decide qué será lo siguiente, si alguno de ellos está muy excitado y quiere llegar al orgasmo puede pedirle a su pareja que lo masturbe o masturbarse mutuamente. En este nivel se debe evitar el coito. Si uno de los dos no está excitado y no le apetece masturbar a su pareja debe expresar su negativa, lo que ayuda a la pareja a saber decir no y a saber aceptar los deseos de la otra parte, sin vivirlo como un rechazo, sin enfados.

Se deben anotar las incidencias, la experiencia. Debe evitarse hablar durante el ejercicio salvo para indicar al otro algún problema (dolor, incomodidad, etc.).

Placereado nivel 2

Es como en el nivel 1 pero en este nivel se incluyen los genitales y senos como zonas de caricias y estimulación. Así se profundiza y desarrolla lo alcanzado en el nivel 1, se integran los genitales, aunque no deben monopolizar las caricias, solo como una parte más que no se excluye.

Durante el ejercicio, como en el nivel anterior, uno de los dos se coloca bocabajo y recibe las caricias incluyendo todo el cuerpo, sin detenerse en genitales ni senos del otro. También se emplean para las caricias no solo las manos de quien tiene el rol activo sino el cabello, los labios, la lengua, etc.

Al final del ejercicio se deben expresar los sentimientos de ternura, cariño, afecto.

Como en el nivel anterior si alguno de los dos se encuentra muy excitado se pueden masturbar conjuntamente o por separado, respetando el deseo del otro. No se puede realizar el coito ni vaginal ni anal.

Placereado nivel 3

En este nivel se incluye la posibilidad de tener un coito al final de la técnica. De este modo se logran otros objetivos añadidos que elimina la ansiedad ante la idea de una penetración, por ejemplo. La pareja verbaliza sus preferencias y llegan a un acuerdo acerca de las prácticas sexuales que quieren realizar, por último, son capaces de mantener un contacto sexual sin que el único fin sea el coito.

Es como en niveles anteriores, ojos cerrados, caricias todo el cuerpo, mente en clave erótica. Roles activo y pasivo y dedicación al placer propio y del otro. Una vez realizada la técnica (15 minutos) si ambos están excitados se puede realizar el coito con la postura en que la mujer se sitúa encima. Esta es la postura idónea que deja más libertad de movimientos a ella, mientras el otro permanece tumbado bocarriba, quieto. Esta posición es la denominada “coito no exigente”.

Es la mujer quien toma con su mano el pene de su pareja y lo va introduciendo en su vagina decidiendo el modo y los movimientos para obtener su satisfacción. Primero se lo acerca a la vulva sin introducirlo, juega con el pene mientras mantiene los ojos cerrados en clave erótica. Si no hay signos de ansiedad, dolor y la excitación facilita la lubricación puede introducir el pene en su vagina poco a poco, visualizando esa penetración en su mente. Se va moviendo despacio con movimientos que le faciliten la excitación. Cuando va aumentando el placer y la excitación con los movimientos, su pareja la podrá acariciar con las manos todas las partes del cuerpo. En algunos casos es necesario complementar estos movimientos con caricias en el clítoris simultáneamente. Todo este ejercicio se debe experimentar en clave erótica.

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