Infidelidad celos

Infidelidad, celos y ruptura sentimental

Hablemos claro

Uno de los motivos de consulta más frecuentes asociados a una ruptura en la pareja suele ser la infidelidad. Existe una diferencia experiencial en cuanto al rol de la “víctima” y del “actor”. En el primer caso se produce una pérdida de confianza que difícilmente se repara, y si lo hace, se generan recelos, estados de hipervigilancia y alerta constante cuando se reproducen conductas, que sin ser motivo de infidelidad, tendrían una coherencia para quien lo ha sufrido.

La paradoja de la estabilidad en la pareja

En pleno siglo XXI, la media de relaciones más o menos estables se ha multiplicado por 5.

Ruptura sentimental
Ruptura sentimental

Esta paradoja de relación estable asociada a siete, ocho o incluso más parejas antes de formar un vínculo de mayor duración en la pareja es una reproducción de la paradoja en la sociedad actual que ha ido en el mismo sentido si analizamos, por ejemplo, la estabilidad en el empleo. Hace unas décadas era común que un joven entrara a trabajar en la fábrica, tienda u oficina y terminara jubilándose en el mismo lugar. Incluso el concepto de unión en la pareja “Hasta que la muerte os separe” parece más una sentencia que una puerta que se abre hacia una relación amorosa plena y libre. Y cuando digo libre, lo hago en el sentido de la libertad para elegir a la pareja, que debe permanecer unida por el amor y por esa libertad.

Síntomas de una infidelidad

Pero sigamos con los problemas que acarrea la infidelidad, tanto en la dimensión más práctica, operativa como en la dimensión afectiva, emocional y el coste que tiene para ambos. En primer lugar, se produce una transformación en la pareja en la que quien la sufre puede sufrir de un cortejo sintomático similar al del trastorno por estrés postraumático (hipervigilancia, alerta, desconfianza, pérdida de autoestima, reexperimentación del suceso, etc.).

He dicho reexperimentación del suceso, cuando la “víctima” no lo ha experimentado salvo en su construcción mental con la información que ha obtenido, y que suele estar cargada de sesgos cognitivos de negación y de confirmación, es decir, sobre las sospechas. Se suele afirmar que el infiel es más infiel en el cerebro de su pareja “víctima”, esto es precisamente porque se va construyendo una ficción que supera con creces a la realidad. No digo con esto que haya que normalizar la infidelidad, es más sencillo, hay que recolocarla en el lugar que le corresponde.

Amor e infidelidad

Ha sido infiel porque se le acabó el amor. Como si con esta afirmación cada lector/a tuviese el mismo punto de vista respecto al amor. En primer lugar, el amor tiene múltiples implicaciones y no solo las afectivas. El amor está hecho de sentimientos que se regeneran, se transforman y, en resumen, es una experiencia subjetiva única e irrepetible, aunque contenga los mismos ingredientes. Buscar una causa a la infidelidad puede resultar tan complejo como inútil. Muchas personas que han sufrido la infidelidad de su pareja no paraban de buscar un motivo que de alguna forma les pudiera reducir su malestar. Preguntando una y mil veces, tratando de buscar conexiones donde no siempre las había, desmenuzando los detalles de la infidelidad, etc. Es una forma de establecer ese sesgo de confirmación que decía antes.

En una sociedad monógama la infidelidad está vista como un reflejo de desigualdad entre los miembros de la pareja, pues quien es infiel lo hace en términos de privilegio no permitido a su pareja, de lo contrario estaríamos hablando de un tipo de relación abierta.

Terapia en la infidelidad

De hecho, en alguna ocasión en terapia de pareja, uno de los miembros ha dicho tener una relación abierta, mientras que la otra parte lo estaba negando con gestos. Está claro que ese “contrato” no estaba bien redactado y era entendido de forma diferente por cada parte.

Pero volvamos a la infidelidad y la repercusión psicológica que tiene en cada uno de los miembros de la pareja y en la propia pareja como entidad.

En el sujeto pasivo de la infidelidad, hemos adelantado que la sintomatología que se suele acompañar y que solemos tratar comparte algunas del estrés postraumático, de la ansiedad y de la depresión, aunque debo aclarar que esto depende del estilo de afrontamiento ante cada situación, el tipo de vínculo afectivo con la pareja, las expectativas, los otros aspectos sociales y no solo afectivos de la pareja (hijos, familia, etc.).  En el sujeto activo, una vez descubierta la infidelidad, es objetivo de explicaciones, responder a los porqués, el cuándo, con quién, todas aquellas cuestiones que tienen que ver con una conducta reprobada por su pareja y por el entorno socio familiar de la misma. El sentimiento de culpa, no ya por la infidelidad en sí misma sino por el daño que le proyecta su pareja. La pérdida de confianza, el rechazo al afecto y una necesidad de tratar de recuperar el statu quo antes de salir a la luz la infidelidad.

Y la pareja

Respecto a la pareja es más que la suma de las partes, pues si cada una de las partes pueden tomar diferentes direcciones en su malestar psicológico, la pareja o mejor dicho, la relación que hay en la pareja sufre un cambio, un antes y un después que va a dirigir el rumbo de sus vidas. La pérdida de confianza, el rencor, la culpa, la venganza suelen adherirse como rémoras a la nueva estructura de la pareja si no se cicatrizan las heridas de forma conveniente con un modelo de comunicación maduro, práctico y sobre todo sincero.

Los celos patológicos

Los celos enfermizos o patológicos pueden ser tratados mediante terapia psicológica, ya que se trata de un problema emocional que puede tener raíces en experiencias pasadas o problemas de autoestima. También es importante que la persona afectada aprenda a controlar sus pensamientos y emociones y a comunicarse de manera efectiva con su pareja.

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